
La iniciativa de impulsar una ordenación del juego en nuestra Comunidad parte del diputado de Podemos y vecino de Móstoles Emilio Delgado (Madrid, 1976). Hablamos con él sobre la propuesta y le pedimos que haga una valoración de su primera legislatura como diputado autonómico. Su crítica con respecto a la posición del juego por parte de la Comunidad es clara: han estado tan ocupados ocupándose de sus escándalos que la sociedad les ha pasado por delante.
¿En tu barrio tienes identificadas casas de juego?
Claro, es inevitable. En Móstoles es muy difícil caminar tres manzanas y no encontrarte con una, con lugares especialmente concentradas como la Renfe. En mi barrio está el clásico bingo del Copacabana, donde también se ha instalado Codere, una de los operadores de apuestas deportivas. Mi madre me comentaba que desayunaba al lado de una y no tenía ni identificado que fuera una casa de apuestas. Y sin embargo se están convirtiendo en núcleos de socialización: uno pasa por ahí y se da cuenta que hay un montón de gente que antes paraban en los recreativos y ahora para en las casas de apuestas.
¿Fue importante esta experiencia para lanzar esta iniciativa?
Hay un contexto que tiene que ver con la situación social en la Comunidad: el 28% de los menores de 16 años son pobres; el 80% de los menores de 30 no puede emanciparse; las tasas de paro juvenil rondan el 40%… En ese contexto, la explosión que hemos visto de casas de apuestas deportivas, juego online, publicidad, nos hacía intuitivamente pensar en que podía tener un efecto perverso: la promesa de ingresos rápidos cuando uno no tiene un horizonte vital por delante que le permita invertir a largo plazo es preocupante.
Porque no tienen regulación, ¿no?
En la Comunidad de Madrid, no. En otras comunidades sí hay una ordenación territorial como la hay de las farmacias, con criterios de distancia, que no estén enfrente de un instituto, o que no ocurra como en Leganés, que estén delante de un centro de rehabilitación de personas que han tenido problema con el juego… Aquí se pueden acumular cinco en la misma calle o en cualquiera de estos sitios.
Tenemos una administración muy paquidérmica, muy lenta, incapaz de seguir las transformaciones sociales
¿No existe ninguna responsabilidad de los dueños de las casas de apuestas? Parece que tienen bastante asimilado lo que ahora se llama “responsabilidad social corporativa” pero a la hora de la verdad ponen un local delante de un colegio.
Ellos lo que dicen es que cumplen la ley y quien tiene que establecerla y hacerla cumplir es la Comunidad, a través de la Dirección General del Juego, que para nuestra sorpresa decía que esto tenía que regularlo el mercado, que no había que hacerlo desde las instituciones. Nosotros pensamos que no, que el juego es una actividad delicada que si no tiene un seguimiento y una ordenación adecuada puede desembocar en ludopatías que no afectan sólo al jugador sino también a su entorno y que tiene que haber una regulación más precisa de la que hay. El decreto que la regula es de 2006 y la Comunidad ha estado más preocupada de esconder o justificar un escándalo tras otro que de hacer un seguimiento de lo que estaba sucediendo en la sociedad.
En este sentido tenemos una administración muy paquidérmica, muy lenta, incapaz de seguir las transformaciones sociales y que para colmo se ha cargado las pocas antenas que nos hubieran permitido detectar lo que estaba pasando: se cargó el Consejo de la Juventud, el Defensor del Menor, los equipos técnicos de orientación… Es una administración incapaz de detectar lo que sucede y por tanto incapaz de ponerle solución.
Muchos datos que manejas salen de un informe que financia la propia fundación de Codere. Y ellos calculan en 0,3% el número de personas en situación de “juego problemático”. ¿Qué contraste te ofrecieron las asociaciones de jugadores rehabilitados?
La psicóloga que vino a comparecer en la Comisión de Sanidad, Bayta Díaz, coordinadora del equipo de psicólogos de la asociación APAL, definía esta situación como la “increíble adicción menguante” porque mientras los datos dicen que cada vez hay menos,la experiencia de las asociaciones es que están cada vez más desbordados. Esto tiene que ver con que la administración solamente contempla como una persona con juego problemático a las que están tratándose. Pero hay muchísima gente que no se trata, que no llega a los dispositivos de tratamiento -que son básicamente los hospitales-, pero sí acuden a terapias de asociaciones privadas.
Con respecto a los menores, según un estudio de la Dirección General de la Ordenación del Juego, el 36% de las personas que sufren ludopatía empezaron a jugar antes de los 18 años
Esto tiene que ver con el acceso inmediato a la posibilidad de jugar a cualquier hora a través del juego online o las casas de apuestas presenciales, que se están convirtiendo en puntos de reunión, en una forma de ocio principal en la que se le ofrecen bebidas de forma gratuita, o bonos de 200 o 300 euros para empezar a jugar de forma gratuita. Sería muy cuestionable que en un bar a los chicos les dieran 15 copas y les dijeran “bueno te las doy gratis cambio de que te las bebas seguidas y delante de mí”. Esto está sucediendo con las casas de apuestas, pero con bonos. Por eso entendemos que el juego es una actividad delicada que conviene regular adecuadamente. No estamos hablando de zapaterías o peluquerías.
Estamos en la recta final de la legislatura, ¿qué valoración haces de cómo han sido estos tres años, tanto en Móstoles como en la Asamblea en lo relacionado con la ciudad?
La valoración tiene que ser necesariamente muy positiva. En Móstoles veníamos de un gobierno profundamente corrupto donde el anterior alcalde tuvo que dimitir por estar vinculado a la trama Púnica, su modelo energético era el del contrato de 70 millones de euros de Cofely. Hoy en cambio tenemos ya una planta de biomasa que proporciona calefacción y agua caliente sanitaria mucho más limpia y barata para 4000 vecinos y se va a hacer otra en la zona norte. Se ha triplicado la inversión en gasto social, se han triplicado las ayudas para becas y libros de texto… Ha habido una actividad muy intensa para contener y equilibrar las cuentas que dejó el otro gobierno.
¿Y desde la Asamblea?
Para mí ha sido un orgullo poder traer a la Asamblea de Madrid multitud de cuestiones que tienen que ver con Móstoles: la situación del Hospital viejo, el Centro Sociocultural Caleidoscopio, las necesidades de los vecinos del PAU-4 en cuanto al colegio, al centro de salud y a sus necesidades de transporte público, el tren de Móstoles-Navalcarnero -que nunca llegó, no así las comisiones-, el apoyo al Conservatorio de Móstoles para que dejaran de reducir la financiación… Móstoles ha tenido una presencia importante en esta legislatura y tanto en Comisiones como en Pleno se han podido escuchar recurrentemente los problemas y necesidades de los vecinos y vecinas de Móstoles.
¿Cómo habría podido mejorar tu trabajo para con los pueblos de la zona sur?
En la Asamblea hemos dado una pelea muy fuerte para que los municipios tengan una mejor interlocución con la Comunidad de Madrid, que no está atendiendo ni en financiación ni en competencia a los municipios. Hay una ley de Pacto Local que lleva doce años sin cumplirse, que obliga a tener un debate con los municipios sobre sus competencias y sobre su financiación que no se ha celebrado. Pienso que la atención que presta el gobierno de la Comunidad a los municipios es muy escasa. Tradicionalmente el PP ha visto a los municipios bien como un granero de votos al que atender un año antes de las elecciones, bien como sitios que tienen presupuestos públicos que poner a disposición de unas cuantas empresas y creo que los municipios necesitan tener voz propia en la Asamblea y en la región y para eso estamos trabajando.
En Podemos estáis en medio de un proceso de primarias, ¿por qué querrías ser elegido, qué proyectos tienes pendientes?
Creo que estaríamos en disposición de plasmar la experiencia acumulada de estos años y de llevar a cabo las iniciativas que en este periodo previo han sido tumbadas por la combinación de Ciudadanos y el Partido Popular. La Comunidad es una institución paquidérmica, alejada de la realidad, más preocupada de tapar escándalos que de hablar de modelo productivo, de cooperación al desarrollo, de infancia, de educación o sanidad y esas posibilidades se abrirán en la siguiente legislatura. Me gustaría formar parte de la construcción de la nueva Comunidad de Madrid, una Comunidad de la que sentirse orgulloso, activa, que se preocupe por la gente.