Por Jorge Moruno
Históricamente en Madrid, las zonas más industrializadas y pobladas son las zonas donde vive la población más pobre, mientras que las zonas más despobladas se han convertido en núcleos residenciales para los más pudientes. Esto no significa que en el sur no pueda vivir gente con dinero y que en el norte no haya gente con un bajo poder adquisitivo, sin ir más lejos, en Pozuelo o en Boadilla del Monte, existe una gran desigualdad entre quienes habitan la zona del pueblo y quienes viven en urbanizaciones de chalets. Sin embargo, y al margen de esta observación, queda fuera de toda duda que no es lo mismo vivir en el norte que en el sur de la Comunidad de Madrid: la Renta Media Disponible en 2015 de Pozuelo de Alarcón (51.002€) casi triplica la de Parla (18.338€) y la deuda per cápita en Pozuelo es de 27 euros, mientras que en Parla asciende a 3,292 euros. Aparentemente no hay nada, ninguna ley, ninguna ordenanza, que explique por qué se reproduce una realidad en un lugar y otra muy distinta en otro, pero por lo general, en el norte se vive mejor que en el sur, se gana más, se disfruta de más tiempo y se respira mejor aire.
Las mujeres que limpian viven en el sur pero trabajan en el norte: solo en Pozuelo, el número de empleadas del hogar dobla el de todas las ciudades del sur juntas
Cada mañana, miles de personas que viven en el sur saturado se trasladan a trabajar al norte. Por ejemplo, en el norte vive mucha menos gente que en el sur, pero trabaja mucha más gente limpiando y cuidando que en el sur. Las mujeres que limpian viven en el sur pero trabajan en el norte: solo en Pozuelo, el número de empleadas del hogar dobla el de todas las ciudades del sur juntas. El sur es una de las zonas más contaminadas de todas, principalmente por las fábricas y el tráfico, esa gran migración diaria que atasca las horas de sueño, el tiempo libre y la salud. Esta situación, donde muchos trabajan para que pocos vivan del trabajo ajeno, se acaba instalando como algo natural. Cuando tu tiempo de vida se convierte en tiempo de vida disponible para que otro gane dinero, o tiempo a la espera de que otro quiera ganar con tu tiempo (si comparamos el porcentaje de paro que hay en Parla, 14,78%, con el de Pozuelo, 5,36%, parecen dos países distintos), al final nos encontramos con una desigualdad de oportunidades y resultados, desigualdad que se observa en la disparidad norte-sur del porcentaje de niños y niñas que van a escuelas infantiles. Mientras en Alcobendas el 87% de los niños van a escuelas infantiles, en Móstoles esa cifra se reduce al 56%.
Para cambiar Madrid necesitamos cambiar la orientación del mapa y hacer del sur nuestro norte.
Si observamos a Madrid con vista de Google maps, podemos apreciar cómo se reproduce el diseño del desequilibrio regional como si fuera algo natural, donde una cosa lleva a la otra. Basta con mirar la distribución del parque empresarial y el tipo de empresas que se instalan en el norte o en el sur, así como las vías de comunicación de carreteras que recorren el sistema nervioso de Madrid y conectan ciertos enclaves financieros, empresas High tech y hoteles para alojar a la global class que llega al aeropuerto. Mientras, la zona sur queda relegada a tener que acoger las sobras de un sector empresarial centrado en ramas productivas primarias que generan un valor añadido más bajo. Esta lógica produce igualmente lo que se denominan prácticas sociofugas, es decir, la fuga de de ciertos sectores sociales de sus barrios que se mudan a otros lugares más acondicionados y conectados con la realidad que buscan. Es el reverso de la gentrificación, en lugar de expulsar a los vecinos de ciertas zonas, es la gente, – que puede-, de ciertas zonas la que se marcha porque sienten que quedarse les lastra, generando así núcleos urbanos que concentran mayores tasas de pobreza, envejecimiento e inmigración Esto puede ocurrir a nivel regional pero también dentro de los propios municipios.
Si queremos construir un Madrid para todas las personas y no solo para unas pocas, es condición necesaria buscar nuevos equilibrios regionales donde diversificar la distribución de las empresas, esponjar las ciudades para tomar oxígeno, mejorar el transporte público, o garantizar el acceso a los derechos
Para mejorar la situación no es necesario ir contra otros, pero sí en favor de unos: en el Madrid de los 27 del sur es donde más gente vive pero donde peor se vive y, cualquiera que pretenda cambiar esta realidad tiene que poner en entredicho el desequilibrio regional que existe en Madrid. Si queremos construir un Madrid para todas las personas y no solo para unas pocas, es condición necesaria buscar nuevos equilibrios regionales donde diversificar la distribución de las empresas, esponjar las ciudades para tomar oxígeno, mejorar el transporte público, o garantizar el acceso a los derechos. El Pacto Local de los municipios, que el PP no quiere aplicar, busca impulsar la autonomía municipal para blindar su financiación, pero también para ampliar las competencias y ofrecer más y mejores servicios a la ciudadanía. También hay que acabar con los privilegios públicos que disfrutan los intereses privados; se tiene que acabar la educación segregada del PP, una de las más altas de Europa, tenemos que acabar con los privilegios fiscales, que permiten a quienes más ganan ahorrarse más dinero y encima recibir subvenciones a costa del erario público. No solo quienes peor viven, cobran menos y sufren más paro, además, quienes mejor viven y más ganan, salen doblemente beneficiados cuando no pagan impuestos porque se les bonifica. Para cambiar Madrid necesitamos cambiar la orientación del mapa y hacer del sur nuestro norte.